El “Bushido” sigue muy presente en la sociedad japonesa, en la mente de los japoneses, en las familias, en las empresas y en Japón en general. Quizás, el “Bushido” es una de las razones que ha ayudado a levantar el país varias veces después de la destrucción en los últimos 150 años. El “Bushido” es la piedra angular de la filosofía samurái, y lejos de lo que pudiera parecer puede informar, dar forma, a muchos de nuestros comportamientos, tanto personales como en la gestión de las organizaciones. La ética en los negocios, la llamada Responsabilidad social Corporativa… son conceptos que conectan muy bien con el “Bushido”. La defensa de los valores de la lealtad, la valentía, la justicia, y el honor, la paciencia, la disciplina, la limpieza ( de mente y cuerpo ) y la sencillez.
Esta historia es real, y una muestra de Bushido en gestión.
Esta historia es real, y una muestra de Bushido en gestión.
Como ustedes saben los japoneses son ávidos devoradores de pescado, tanto como mis hijos (Ariel y Sofía) a los que les encanta el Sushi ( Fileas es más paellero ). Cómo los caladeros del sabroso atún rojo ( ellos, los japoneses, lo llaman “toro”, supongo que no los torean…) están agotados en muchos mares los nipones los compran o pescan en todo el mundo.
En un principio compraban las grandes piezas de atún rojo y perfectamente congeladas volaban a los mercados del sol naciente. Claro, la calidad de un pescado congelado ( con perdón del anisakis ) es inferior a la del recién capturado y loncheado.
Ante esta circunstancia optaron por una solución imaginativa…. Atrapar los atunes en las redes, y sin extraerlos del mar, poco a poco, levarlos vivitos y coleando a Japón. La calidad aumentó, como no podía ser de otra manera, pero el largo trayecto, y la necesidad de alimentar a los túnidos en el viaje, además de que durante el mismo los peces estaban relajados dejó sus consecuencias. Los atunes llegaban relajados, habían perdido musculatura, estaban como en una granja más… habían perdido su carácter “salvaje” que daba calidad y textura a su carne.
¿ y cuál fue la solución? Pues echando mano del imaginario colectivo, y bebiendo de los arquetipos del Bushido, continuaron transportando los peces en las redes poco a poco hasta Japón, pero con un invitado especial en cada red ( las redes ocupan mucho espacio y los peces pueden moverse en él ) . El invitado era un tiburón por red. El escualo por supuesto se iba a comer algún atún – aunque un atún es a veces más grande que un tiburón -, pero los atunes en general iban a tener un movidito viaje, y sin la más mínima posibilidad de relax… La pérdida de algunos atunes devorados era más que compensada por la calidad de la carne de los supervivientes.
¿ Necesita usted un tiburón en su vida? ¿En su empresa?
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