CREACIÓN, ESTRATEGIA Y
MANAGEMENT DE EMPRESAS Y ORGANIZACIONES DESDE PERSPECTIVAS DIFERENTES E INNOVADORAS

jueves, 11 de diciembre de 2008

Slow




Algunas veces me han criticado mi sana costumbre de andar despacio. Me han dicho que “ando paseando como si fuera un sábado”… en realidad paseo, y me gusta , trasmutar un caótico martes en un luminoso y templado sábado. Caminar. Bajar el ritmo significa también tomarse más tiempo para todo. Si el lugar de trabajo queda cerca, lo mejor es salir temprano de casa y andar, sin ansiedades, para enfrentar el día con energía y sin tensión.
La ansiedad del profesional y también de cualquier persona se puede apreciar en cómo camina. La mente suele saltar de un pensamiento a otro y está siempre activa. Sin embargo, el cerebro rinde mucho más si puede desacelerar. Esto mejora la salud, hay calma interior y la concentración para pensar de un modo creativo. Esta forma de pensamiento no actúa bajo presión, sino que aparece cuando hay tiempo y las ideas se desarrollan a su ritmo. Hay investigaciones que dicen que el ser humano piensa más creativamente cuando está sereno, libre de estrés, apuro y presión del tiempo. Un maestro zen decía: en lugar de decir “No te quedes ahí, haz algo”, deberíamos decir “No hagas nada, siéntate ahí”.
Gandhi decía: “En la vida hay algo más importante que incrementar la velocidad”.
La curiosa “Sociedad por la Desaceleración del Tiempo”, realiza todos los meses de octubre una Conferencia Anual en la ciudad turística de Wagrain (Austria), en la que se fomenta el ir más despacio cuando tiene sentido hacerlo. Cada ser vivo, proceso o acontecimiento tiene su propio tiempo. Estos desaceleradores del tiempo ponen trampas en los centros de las ciudades a las personas que caminan 50 metros en menos de 37” , la sorprenden y les piden que les expliquen su apuro… la mayoría de ellos ni siquiera piensa en los motivos que la hacen ir más rápido. El “castigo” es recorrer los mismos 50 metros tirando de una tortuga, esto en general los relaja y les gusta la idea de ir más despacio.
La calma y el sosiego son gratuitos. No hay que pagar por ellos, sobre todo a nivel mental. En general, se lleva una vida agitada que conlleva una mente agitada, y viceversa. Por eso es muy importante la educación de los deseos. Deseamos mucho, y muy desordenadamente, lo que nos convierte en meros consumidores de objetos, lo cual no trae precisamente la felicidad, en la mayoría de los casos.
Hay una bonita historia zen en la que un monje novato va de un lado a otro con prisas. Debe llegar a sus clases, a más clases, a los trabajos del Monasterio. De manera inevitable llega tarde a muchos sitios, incumple promesas y vive con la sensación de “no hacer suficiente”. También sus tiempos de descanso están impregnados de ese negativo espíritu y si no se embarca en fantásticos viajes piensa que “pierde el tiempo”. El maestro zen le dijo “ camina más despacio”, pero él continuaba agobiado, agotado y al borde de la desesperación interior.
¿por qué corres? ,- le preguntó el maestro
Busco el conocimiento, debo hacer algo en la vida, - respondió el alumno
Y ,¿por qué crees que el conocimiento va por delante de ti?, Quizá va detrás de ti y si no te paras no te alcanzará…
“El reflejo de la luna en el rió esta siempre en movimiento. Sin embargo, la luna existe y no se va de ahí.”