Mulá Nasrudin, también conocido como Nasr-ed-Din ( "victoria de la fe") y Hodja, ("el maestro" o "el profesor") es un personaje mítico de origen sufí y conocido en lugares como Egipto, los Balcanes, Oriente Medio, Asia central, Pakistán y la India, También en Turquía y Rusia. Su fama se extiende desde Mongolia hasta Turquía, e incluso en Sicilia (donde es conocido por el nombre de Giufà) , sus aventuras y anécdotas se cuentan en multitud de lenguas distintas. Son curiosas divertidas e iluminadoras sus historias. Alejandro Jodorowski recoge interesantes fábulas en su "Sabiduría de los Cuentos". Una de las más reveladoras y aplicables a nuestra vida, intima y profesional, así como al devenir de las empresas es su fábula sobre el clavo.
Mulla Nasrudin, tras haber tenido una mala racha, se ve con la obligación de vender la casa que heredó de su padre. Aprovechándose de la situación, un hombre egoísta y abusón le propone un precio ridículo. Nasrudin se da perfecta cuenta del abuso pero le propone una pequeña condición…
¡Como puede usted ver, en esta pared hay un clavo!… Este clavo lo puso mi papá, y es el único recuerdo que me queda de él. Le vendo la casa, pero deseo seguir siendo propietario del clavo. ¡Si está conforme con esta condición, acepto su oferta!… ¡Tendré evidentemente, derecho a colgar de él todo lo que me plazca!
El comprador le pregunta a Mulla:
¿Vendrá usted a menudo?
No, no, a menudo no…
No viendo ningún problema el comprador, riéndose de la petición absurda, aceptó la condición, firman el contrato de venta ante notario en el que se específica que Nasrudin es el propietario del clavo y que puede hacer lo quiera con él.
Un día de primavera Nasrudin acude a su antigua casa ..
¿Puedo ver mi clavo?
¡Claro que si! ¡Pase! - responde cordialmente el propietario.
Mulla entra y reza delante del clavo y luego vuelve a irse.
En verano, regresa con un pequeño cuadro con la imagen de su padre.
¿Puedo ver mi clavo?
El propietario le deja entrar y Nasrudin cuelga el cuadro (la cláusula se lo permite)
En otoño, llega con un manto y una túnica.
Son ropas que pertenecieron a mi padre. ¡Quisiera colgarlas en mi clavo! –
El propietario ligeramente irritado debe permitírselo
Pero, un día de invierno, Mulla llega arrastrando el cadáver de una vaca. El comprador, estupefacto, le pregunta:
Pero ¿qué viene hacer aquí con esa vaca muerta y podrida?
¡Está claro, vengo a colgarlo en mi clavo!…
El propietario se enoja y llama a la policía que, llegada al lugar del litigio, le da la razón a Nasrudin a la vista del contrato. El cadáver empieza a pudrirse para desesperación del propietario. Al cabo de un cierto tiempo, Nasrudin vuelve con otro cadáver que cuelga del mismo clavo. La pestilencia es tal que el propietario se ve obligado a huir del lugar. Y Nasrudin recuperó su casa.
Hay concesiones que son clavos en nuestra casa, alma, empresa o vida. Debemos velar con atención constante para que nadie venga a nuestro universo a poner clavos que no nos corresponden. Cada experiencia, cada cosa que aceptamos puede equivaler a dejar entrar el cadáver de la vaca en nuestra propia casa. Empresas han pagado con la desaparición clavos múltiples (concesiones gratuitas a trabajadores, comportamientos díscolos de directivos, soportar clientes o proveedores abusivos…). Más vale no dejar que nos pongan el clavo a gozar de una efímera vida.
En lo personal hay especimenes que aprovechan la buena fe, la gratitud, la coherencia, la bonhomía, y la generosidad para poner un clavo en tu alma. Arráncate el clavo, aunque duela… y solo recibe a ese huésped si regresa con una flor en vez de un clavo.
¡Como puede usted ver, en esta pared hay un clavo!… Este clavo lo puso mi papá, y es el único recuerdo que me queda de él. Le vendo la casa, pero deseo seguir siendo propietario del clavo. ¡Si está conforme con esta condición, acepto su oferta!… ¡Tendré evidentemente, derecho a colgar de él todo lo que me plazca!
El comprador le pregunta a Mulla:
¿Vendrá usted a menudo?
No, no, a menudo no…
No viendo ningún problema el comprador, riéndose de la petición absurda, aceptó la condición, firman el contrato de venta ante notario en el que se específica que Nasrudin es el propietario del clavo y que puede hacer lo quiera con él.
Un día de primavera Nasrudin acude a su antigua casa ..
¿Puedo ver mi clavo?
¡Claro que si! ¡Pase! - responde cordialmente el propietario.
Mulla entra y reza delante del clavo y luego vuelve a irse.
En verano, regresa con un pequeño cuadro con la imagen de su padre.
¿Puedo ver mi clavo?
El propietario le deja entrar y Nasrudin cuelga el cuadro (la cláusula se lo permite)
En otoño, llega con un manto y una túnica.
Son ropas que pertenecieron a mi padre. ¡Quisiera colgarlas en mi clavo! –
El propietario ligeramente irritado debe permitírselo
Pero, un día de invierno, Mulla llega arrastrando el cadáver de una vaca. El comprador, estupefacto, le pregunta:
Pero ¿qué viene hacer aquí con esa vaca muerta y podrida?
¡Está claro, vengo a colgarlo en mi clavo!…
El propietario se enoja y llama a la policía que, llegada al lugar del litigio, le da la razón a Nasrudin a la vista del contrato. El cadáver empieza a pudrirse para desesperación del propietario. Al cabo de un cierto tiempo, Nasrudin vuelve con otro cadáver que cuelga del mismo clavo. La pestilencia es tal que el propietario se ve obligado a huir del lugar. Y Nasrudin recuperó su casa.
Hay concesiones que son clavos en nuestra casa, alma, empresa o vida. Debemos velar con atención constante para que nadie venga a nuestro universo a poner clavos que no nos corresponden. Cada experiencia, cada cosa que aceptamos puede equivaler a dejar entrar el cadáver de la vaca en nuestra propia casa. Empresas han pagado con la desaparición clavos múltiples (concesiones gratuitas a trabajadores, comportamientos díscolos de directivos, soportar clientes o proveedores abusivos…). Más vale no dejar que nos pongan el clavo a gozar de una efímera vida.
En lo personal hay especimenes que aprovechan la buena fe, la gratitud, la coherencia, la bonhomía, y la generosidad para poner un clavo en tu alma. Arráncate el clavo, aunque duela… y solo recibe a ese huésped si regresa con una flor en vez de un clavo.
2 comentarios:
Провокира ме личността на Настрадин Ходжа. Често в приказките от моето детство, той се явяваше като ненадминат хитрец, винаги успяваше да надхитри останалите. От неговите постъпки, ние децата, вадехме поукки. И сега, срещайки го отново, се убеждавам как ярки индивиди от миналото могат да повлияят на човешката душа.
Вашият коментар доказва че разбирате моето послание, дори го обяснявате по-добре от мен. Вие сте човек с остър ум и с удоволствие бих публикувал една Ваша статия в моя блог. Много Ви благодаря.
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