Es habitual la tendencia de determinados empresarios, o grupos de empresarios a "cerrar mercados" a contingentar las posibilidades de actuación en una determinada área económica o sector. Una muestra de ello han sido ( y siguen siendo en muchos casos) instrumentos como las "autorizaciones" o "licencias previas" para el ejercicio de una actividad. Siempre que existe una contingentación mediante intervención del estado de manera casi inevitable surge un mercado paralelo y fraudulento sobre estas autorizaciones. En España lo hemos visto con las tarjetas de transporte, por ejemplo.
Hoy tenemos ejemplos que persisten, por ejemplo en el sector del taxi.
Los taxis tiene una autorización administrativa, y nadie puede libremente ejercer esta actividad sin la citada autorización. Ello conceptualmente se ampara en la noción de "servicio público" y con ello se trata de garantizar un servicio al ciudadano. Sin embargo lo que ocurre en la práctica es todo lo contrario.
Ayer tuve una agradable comida con un muy alto cargo de la Dirección General de Tráfico a propósito de celebrar un largo proceso de creación normativa en el que tuve la satisfacción de intervenir. Tras la comida, y habida cuenta que tenía tres horas libres antes de tomar el tren de vuelta a Valencia, decidí junto con un compañero de la comida acercarme a una librería del centro de Madrid a buscar un par de títulos. Tomamos un taxi en la parada de delante del restaurante, situada en la puerta de un Hotel de 5 estrellas. Cuándo le indicamos al taxista la dirección nos protestó con una falta de educación e impertinencia atroces. Nos dijo que él no estaba en una parada para un servicio de 6 euros, que llevaba allí media hora esperando una carrera al aeropuerto o similar, que si no podíamos haber tomado el taxi en otro sitio... etc. Por prudencia y educación aligeramos la controversia y dejamos en monólogo sus quejas mientras nos acercaba - con 38 grados y sin aire acondicionado - a nuestro destino. Nos explicó que el aire acondicionado "gasta mucho", y que tampoco tenía navegador ya que "quién no sabe dónde va ,que se apañe". Cuando bajábamos del taxi le recomendamos, con una sonrisa, que quizá con otro trabajo sería más feliz.
Ello me hizo volver a convencerme, mediante esta sudorosa experiencia, de los males de la falta de liberalización en la economía real. Tuve que tomar el primer taxi de una parada, ya que así lo establece una norma, sin poder elegir el tercero o el quinto, que son vehículos más cómodos y con aire acondicionado ( y no es difícil que con un conductor más amable); hay contingentación para garantizar el servicio público pero en más de una ocasión no he podido tomar un taxi en alguna ciudad si a esa hora se retransmitía un partido de fútbol importante, por lo que la garantía de medio de transporte no existe. He de pagar el mismo precio de carrera con un taxi limpio y nuevo que con uno digno de desguace... Desde un punto de vista empresarial el taxista emprendedor ve limitadas sus posibilidades ya que no puede variar precios, ni buscar nichos de mercado dónde seguro pagarían tarifas más altas por un servicio de mayor calidad, o de menor oferta... Es decir mata cualquier intento de mejora, de innovación y es un freno a la inventiva. Un país como el nuestro con el Turismo como fuente de creación de riqueza no puede mantener sectores conexos como el del taxi con regulaciones del siglo pasado. La falta de libertad en la fijación de precios, condiciones, mejoras...y la imposibilidad de innovar para ganar mercado, o ganar más , lleva a que ,incluso, el pequeño fraude persista ( el "palo" al turista). Claro, es difícil que el taxista entienda que libertad de precios, diferentes tipos de taxi y de compañías, ampliación de servicios y mercado libre le favorecería... y es evidente que así es a medio plazo. Y seguramente el taxista maleducado, sucio y poco servicial desaparecería frente al taxista profesional, limpio y honesto ( que son muchísimos...). La Ley Omnibús ( a pesar de las protestas de los sindicatos y asociaciones de taxistas) puede afectar a este sector, que necesita una limpieza urgente.
Para pensar.