CREACIÓN, ESTRATEGIA Y
MANAGEMENT DE EMPRESAS Y ORGANIZACIONES DESDE PERSPECTIVAS DIFERENTES E INNOVADORAS

lunes, 9 de marzo de 2009

Progreso


Hoy en día vivimos en una auténtica dictadura de lo políticamente correcto. Incluso en las cuestiones referentes a la gestión empresarial o los análisis económicos. Nos hemos olvidado que el progreso nace de la oposición a lo “políticamente correcto”. Las Revoluciones Francesa o Americana del XVIII rompen con los esquemas político sociales del llamado “Antiguo Régimen”, incluso la Revolución Neolítica rompió con la idea de que la única forma de subsistir era la confianza en la Providencia , en aquello que el hombre podía pescar, cazar o recolectar, y comenzó a cultivar y practicar la ganadería. Necesitamos una verdadera “revolución neolítica” en nuestras mentes para progresar, ello es necesario en las épocas de crisis como la actual. No obstante, parece una tarea difícil. Hay paradigmas demasiado enraizados en muchas personas, hemos sufrido una continua erosión, e incluso me atrevería a decir aculturación, que ha convertido las conversaciones, opiniones y cotidianos debates en una repetición de tópicos, muchos de ellos fruto de un adoctrinamiento inconsciente.
La sacralización del “estado del bienestar” es uno de esos tópicos. Hemos vuelto a ser paleolíticos. Hacemos depender de la providencia del estado nuestro bienestar personal. La dejación de la responsabilidad en manos de un ente abstracto. Esta corriente es clara y patente en regimenes totalitarios, de corte comunista o fascista, y en principio totalmente contrarias al pensamiento liberal, pero la tendencia a la irresponsabilidad es fácil en una sociedad infantilizada y cada vez menos culta. Empresarios que esperan ayudas estatales para salir de la crisis, trabajadores que buscan un “curro” no un “trabajo” es decir, un medio que les de unos ingresos sin pensar en una verdadera carrera profesional. La formación no es importante. Los sindicatos pidiendo subidas salariales en un momento dónde los empresarios tienen verdaderas dificultades en mantener sus empresas (claro, para algo estará después “papá estado” y su sistema de protección y paro). Y todo aderezado con los narcóticos sociales clásicos, prensa rosa, amarilla y verde incluidos.


La dictadura de lo políticamente correcto hoy incluye la defensa de los valores llamados “progres”, sin demasiada profundidad y rigor intelectual. Hoy es más correcto llevar un piercing o un tatoo "etnico" que leer a Montaigne y difícilmente se dan ambas condiciones a la vez. Hay vocablos prohibidos, como “tradición”o "familia", y las marginalidades son más comprendidas, y adoptadas, por su estética que por su esencia. Asistimos a fenómenos como los ecopijos, jóvenes que defienden posturas ecologistas excepto cuando tiene que esquiar, ir al chalet de papá o comprar cara moda vintage. Por supuesto contarán con el beneplácito de sus padres, que se adscribirán a posiciones socialdemócratas, y condenarán acciones defensivas de países democráticos frente a agresiones de grupos totalitarios terroristas. Los mismos que demandarán energía más barata para sus electrodomésticos de última generación oponiéndose a la construcción de centrales nucleares. Claro que considerarán una vulgaridad que el tendero de la esquina, el pequeño empresario o el taxista que los lleva a su trabajo funcionarial, se quejen amargamente de la falta de clientes, la falta de crédito o de la presión fiscal. Al fin y al cabo se relajarán viendo alguna película subvencionadisima, de temática pastel social y aderezada con algún taco soez… que también es "progre". Por supuesto que este retrato es un tanto caricaturesco, pero seguro que conocen a más de un ciudadano que se les parece. Tampoco es mi intención el aseverar que los funcionarios no trabajan, pero si que su productividad es escasa, más debido a la inercia del sistema que a su esfuerzo (aunque el esfuerzo no es un adorno de todos los funcionarios, precisamente).
Decía
Passolini que cuando veía en Mayo del 68 a un gendarme zurrar a un estudiante consideraba cumplido su sueño de revolucionario: ver a los hijos de los campesinos apaleando a los hijos de los burgueses. Claro, Passolini mostraba una posición de auténtica independencia, y se atrevía a pensar por si mismo, sin que “fuera pensado” por editoriales de periódicos de gran tirada o cadenas televisivas dirigidas.
En una España con más de 3 millones de funcionarios y más de 3 millones de parados hace falta ya que se produzca una verdadera
“Rebelión de Atlas”, en la gestión de las empresas, dónde se imponga el sentido común, la productividad y tendente a la desaparición de las ineficiencias del absurdo crecimiento del estado y de la necesidad de impuestos para soportarlo. Debemos desempolvar a la escritora Ayn Rand.

Ya el maestro Ortega y Gasset lo apuntó como un profeta:
“La espontaneidad social quedará violentada una vez y otra por la intervención del Estado; ninguna nueva simiente podrá fructificar. La sociedad tendrá que vivir para el Estado; el hombre, para la maquina del gobierno. Y como a la postre no es sino una máquina cuya existencia y mantenimiento dependen de la vitalidad circundante que la mantenga, el Estado, después de chupar el tuétano a la sociedad, se quedará hético, esquelético, muerto con esa muerte herrumbrosa de la máquina, mucho más cadavérica que la del organismo vivo”

El verdadero progresismo es la ruptura con las deficiencias de un sistema caduco, y la restauración de los ideales de libertad (de conciencia, de empresa, de espíritu), igualdad (de oportunidades) y fraternidad (no institucionalizada en ONGs). Posiblemente ahora algún alma cándida me azotará con el epíteto de "neoliberal" ( por favor, si es así le agradezco que me libere del innecesario sufijo). Y esta sería a buen seguro la posición de los promotores de la Revolución Neolítica, la Americana y la Francesa. Si Washington levantara la cabeza…